Como ya sabéis, Casandra es una compañera mía de la webcam porno y nos conocimos hace apenas un mes. La semana pasada le pedí que me ayudara con el reto a mi novio Joaquín y esta semana para un show con un cliente. El cliente que hace siete días me dijo que nos volveríamos a ver a la misma hora si le complacía en cuanto a su fantasía.
Bueno, no sé si era su fantasía, pero como yo le incité y le provoqué con aquello de que cualquier cosa me entraría por mi poto, pues toca hacerlo. Me hizo gracia que me dijera si me cabría una banana entera, ¡las hay de muchos tamaños! Pero eso no me iba a meter, no veo yo que su piel sea muy deslizante, jajaja.
Por eso le he dicho a Casandra que me ayude con mi webcam show. Prefería que lo hiciese ella antes que Paola. Lo primero porque va a ser un poco fuerte intentar que me meta toda la mano por mi poto y lo segundo porque ella no es una webcam girl, no tiene experiencia y sabría entretener al cliente mientras juega conmigo. Yo no creo que vaya a poder hacerlo, bastante voy a tener ya con sentir todo eso dentro de mi… Mmmmm, que rico, estoy deseando sentirlo. Aunque nunca me han metido algo tan grande.
Sí que he hecho sexo anal y con tulas bastante gordas, pero de ahí a una mano… Jajaja, ¡estoy hasta algo nerviosa! No sabía que a estas alturas todavía podrían pedirme cosas nuevas y sorprenderme. Me gusta, me gusta.
Casandra llega a mi casa justo a tiempo y nos miramos con intensidad en el hall de mi casa. Es la primera vez que voy a hacer algo con ella y no sé cómo va a ser nuestra química pero, oye, de todo hay que probar en esta vida. Ella tiene el pelo rubio como el oro, ondulado a lo Paulina Rubio y diría que con curvas similares, pero como todavía no he visto el cuerpo desnudo de Paulina… No puedo comprar con exactitud. Eso sí, Casandra me saca una cabeza casi, mide un metro ochenta. ¡Es un espectáculo!
— ¡Hola Casandra! Gracias por poder venir —Le digo al abrirle la puerta.
— Nada, no te preocupes. Aquí todas nos ayudamos.
— Pasa.
Ella entra y vamos hacia mi habitación donde tengo la webcam y la habitación preparada para hacer los shows. Ella se sienta en la cama mientras yo enciendo la laptop.
— Oye, gracias por venir el otro día al club swinger. Era importante para mí aunque luego, la cosa se dio diferente a lo que yo tenía en mente.
— Jejeje, no te preocupes. Ya os vi.
— ¿En la barra con la nueva pareja?
— Sí, pero también nos asomamos a mirar lo que hacíais en el jacuzzi.
Arqueo las cejas. No sabía que nos estaba espiando.
— ¿Sabes que cuando os fuisteis escuché decir al otro chico que jugabas muy bien con la lengua?
— Vaya, gracias —me sonrojo un poco. Su forma de mirarme, la gran experiencia que tiene que tener… Todo me humedece.
El estado perfecto para comenzar un show. Las cinco en punto de la tarde y mi cliente de la semana pasada regresa a mi videochat online.
— Hola.
— Hola guapo. Me alegro de volver a saber de ti.
— Te dije vendría.
— Sí, sí. Ya veo.
— Y… ¿tú? ¿Podrás hacer lo que prometiste? ¿Hay otra chica contigo?
— Sí. Tal y cómo te prometí. Estamos muy húmedas y muy calientes esperándote.
Sin recibir respuesta alguna por el chat, se conecta al privado y enciende su cámara. Ante nosotras, se recoloca sus gafas y nos dice que empecemos.
— Eres muy impaciente, mi guapito.
— Jeje.
Se vuelve a reír pero no añade nada más. Es de los que no quiere perder el tiempo, así que enfoco la webcam porno hacia la cama y me voy al lado de Casandra. Sin darme tiempo a reaccionar me comienza a besar y a acariciar mi chorapio por encima de mis braguitas. Primero el beso es suave, después aumenta la lujuria. Me agarra mis queques con fuerza y me clava las uñas. Después me gira, me pone a cuatro patas y me da un azote. Yo gimo para ella… y para mi seguidor.
Comienza a bajarme el tanga mientras él bate su mamadera con suavidad ante la cam, lo veo por el rabillo del ojo. Mientras, Casandra saca la lengua de mi poto y me mete dos dedos, los mueve para gallitarme. Después, al ver que ya entran fácil y que yo me estoy retorciendo de placer, junta cuatro de ellos y va penetrándome lentamente hacia el interior. Deja caer saliva, la cual yo noto mojándome más y comienza a meterlos. Primero la puntita, luego más en profundidad.
El agujero de mi poto se va dilatando mientras Casandra hace que muerde la almohada de placer. De vez en cuando escucho a nuestro cliente decir por los altavoces que quiere más, ¡más! ¡Y yo le digo a mi nueva amiga que me dé más! ¡Más!
En ese preciso momento, saca todo de mi interior, y saca de su bolso un gel y un consolador tan grande como mi antebrazo. Vierte lubricante sobre mi poto, lo extiende con cuidado, mira a la webcam y comienza a introducirme el monstruoso consolador. Lo hace despacio, al principio me duele pero después, gracias a la experiencia de mi compañera de webcam show comienza a entrar.
Cuando ya ha metido unos cuantos centímetros, mis piernas flaquean y mi chorapio chorrea de placer, aparta el gran juguete erótico, se lame la lengua ante la cámara y comienza a meterme un dedo, dos… tres. Junta los cuatro y los cinco haciendo como una flecha y continúa avanzando…
— ¿Lo ves? ¿Ves cómo le entra toda la mano? ¿Esto era lo que querías ver?
— ¡¡Sí!! ¡¡Sí!!
Toda su mano entra en mi interior y sale, entra y sale. Yo llevo mi mano hacia mi panocha y comienzo a gallitarme. ¡Gimo! ¡Y gimo! ¡¡Que plaaaaaceeeer!!
Y todos continuamos hasta que llegamos al orgasmo. Yo caigo rendida y es Casandra quien se despide del cliente porque yo, ahora mismo, no tengo fuerzas.