Sexo y amor, yo los diferencio, ¿y tú?

— ¿Estás segura? —me preguntó mi amiga Paola hace tres días.

Yo primero me reí, después le dije:

— Claro que sí, amor.

— ¿Y qué hay de Joaquín, tu nuevo novio? —me insistió.

— ¿Qué hay de él?

— Pues… es tu novio. ¿No le molestará que andes haciendo shows porno en la webcam con otra persona?

— No sabe nada todavía…

— Ya sé que no se lo has contado. No me refiero a hacerlo por medio de internet con una persona a decenas o cientos de kilómetros lejos de ti, sino a mí propuesta —me dijo Paola con timidez.

A mí, personalmente, su propuesta me encantó. ¿No tener que hacer el webcam show yo sola y hacerlo con ella? Puff, casi me la garcho allí mismo de lo húmeda que me puse al escuchar su idea. Disfrutar de sus labios, de sus caricias, de su cuerpo, de su sonrisita lujuriosa…

— Tu propuesta me encanta Paola. Ya no somos unas crías, podemos hacer lo que queramos.

— Ya, pero al tener novio…

— ¿Crees que le estoy poniendo los cuernos? No seas tonta, ven aquí —y la di un abrazo y un beso—. No tiene nada que ver. Al menos yo no lo veo así. Soy una mujer liberal y no considero que el sexo sea la fuente del engaño a la pareja. El sexo es placer, ¿le estaría engañando si tuviera un orgasmo al comerme una onza súper rica de chocolate? No. El sexo es sexo y yo lo separo del amor. Tú eres mi mejor amiga, te quiero, hemos pasado por mil cosas juntas, pero es distinto el amor que siento por ti que cuando estoy enamorada de un chico. Además, ¿un actor porno le pone los cuernos a la novia cada vez que graba una escena? No.

Paola me sonrió y me asintió con la cabeza.

— ¿Estás segura que tú quieres hacerlo? —le digo.

— Aham —me confirma con ganas.

— ¡Entonces hagámoslo! ¡Pasémoslo bien!

Eso fue hace tres días, y hoy es hoy. El día de la verdad. Y como me he entretenido contándoos esto, tengo que decir que, para que estéis al tanto de lo que estamos ya haciendo, tengo que saltarme la parte de la charla con nuestro nuevo cliente por el chat. Otro día os contaré en detalle lo que hablo con ellos antes de comenzar con el show pero hoy… Hoy ya no. Él se llama Roberto, es un señor mayor, de unos sesenta años. Es muy divertido y con un atractivo impropio de su edad. Y os contaré lo que está observando ahora:

La webcam no está enfocando sobre la silla en la que me siento siempre. Paola y yo hemos acercado la mesa y estamos en la cama. Ya estamos medio desnudas y hacemos exactamente lo que él nos va escribiendo. Ahora mi sexy amiga me está quitando el sostén, Roberto quiere que mis pezones se endurezcan bajo su lengua. Cuando el sostén cae, Paola se pone delante de mí y comienza a lamerme mis ricas gomas. Yo gimo y cierro los ojos. Su lengua recorre mi aureola, sus manos acarician mis bubys haciendo que la piel se me ponga de gallina. Yo jadeo ante su buen hacer y bajo mi mano hasta mis braguitas. Comienzo a masturbarme y echo la cabeza hacia detrás y cierro los ojos. Vuelvo a gemir.

De vez en cuando miro hacia la pantalla de la webcam porno para ver al madurito que no nos quita ojos de encima. Cuando le miro me lamo los labios.

Veo que vuelve a escribir lo que quiere que hagamos, me incorporo hacia delante pero rodeando con una mano el cuerpo de Paola para que no se despegue de mi. Al leerlo, le sonrío, le guiño un ojo y le digo con la boca bien grande que me encanta lo que me acaba de pedir.

Me giro sobre la cama y con dulzura pongo a Paola a cuatro patas sobre el colchón. Ella se queda mirando hacia el cabecero de la cama y yo me pongo detrás, frente a su poto. La webcam nos enfoca de tal manera que Roberto nos ve de costado. En ese momento, comienzo a mordisquear las queques de Paola y la suelto un azote. Después meto mi lengua entre medias de su poto y le doy lametones a su chorapio desde detrás. Mmmmm. Está muy húmedo y sabroso. Mi amiga empieza a gimotear.

— ¡Aahh! ¡Clau! ¡Clau!

— ¿Te gusta? —le pregunto.

Y al instante le meto un dedo en su panocha. Hago que se retuerza sobre la cama. Después, con mi lengua subo por entre sus queques hasta llegar al ano y empiezo a recorrerlo suavemente. Llevo mis manos hacia delante y acaricio sus gomitas. Al sentir mi lengua en su más oscuro lugar, Paola vence su cuerpo hacia delante y apoya la cara contra el colchón.

Yo, salvajemente comienzo a lamerle y a introducirle la puntita.

— ¡AAAHHH! ¡AAAAHHHH! ¡SIGUE!

La escucho gritar.

Roberto está batiendo su mamadera al otro lado de la pantalla. No le puedo ver pero sé que lo hace. Lo percibo, pero yo estoy concentrada en los fuertes jadeos de Paola.

Ahora, llevo una de mis manos hacia su porotin y con la otra busco su punto G dentro de su chorapio. Uuffff. ¡Estoy súper húmeda yo también!

— ¡DIOS! ¡NO PARES! ¡AAAHHH! —Grita mi amiga con éxtasis.

— ¡Córrete! —Le grito tras alejar un instante mi lengua de su poto.

— ¡SÍ! ¡SÍ!

Yo acelero mis movimientos y empiezo a sudar. Lamo, saboreo, penetro…

— ¡SÍ! ¡SÍ! ¡ME CORRO! ¡AAHH!

Ya está a punto, ¡está a punto! ¡Vamos Paola, sí! ¡SÍ!

— ¡AAAAAAHHHHH!

Y Paola grita espectacularmente y, acto seguido, deja su cuerpo caer. Su cadera ha dado un fuerte espasmo pero ahora se relaja sobre la cama. Yo acompaño su movimiento y sigo lamiéndola un poco más hasta que se queda tumbada por completo.

Después, me levanto, voy hacia la webcam. Al ver a Roberto, me doy cuenta de que está jadeando, exhausto y cansado tras derramar su semilla. ¡Espero que no le dé un ataque al corazón! Le sonrío, me llevo una mano hacia mi porotin, me lo acaricio y me levo a la mano para chuparme los dedos en modo de despedida.

Otro orgasmo, otro cliente satisfecho.

Y ahora… Ahora, Paola va a tener que hacerme lo que le hice yo porque estoy…

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